SEGÚN LA
CIENCIA, JAMÁS DEBES TOMAR DECISIONES IMPORTANTES CON EL ESTÓMAGO VACÍO.
Un estudio
realizado en la Universidad Nacional de Singapur, por ejemplo, reveló que
cuando nos exponemos a alimentos con un aspecto delicioso o un olor agradable
tenemos más probabilidades de elegir irnos de acampada en vez de quedarnos
estudiando o decantarnos por una entrada para el cine en vez de leer un libro.
También se conoce que ir de compras estando hambrientos nos hará gastar más de
lo habitual. Ahora psicólogos de la Universidad de Dundee nos alertan de que
deberíamos evitar tomar decisiones importantes sobre nuestro futuro si tenemos
el estómago vacío.
Cuanta
más hambre tengas, peores decisiones tomarás
Tener hambre
o sentirnos saciados puede influir en nuestras decisiones. Estos investigadores
evaluaron cómo reaccionaban las personas cuando estaban hambrientas o se sentían
saciadas a la hora de tomar decisiones sobre aspectos tan dispares como la
comida, el dinero o la música.
Descubrieron
que cuando las personas tenían hambre eran más propensas a precipitarse en sus
decisiones, eligiendo recompensas más pequeñas pero inmediatas en vez de
esperar para obtener recompensas más grandes. Comprobaron que cuando a una
persona saciada se le ofrece la posibilidad de elegir entre una recompensa
pequeña ahora o el doble de esa recompensa en el futuro, está dispuesta a
esperar hasta 35 días. Sin embargo, si esa persona tiene hambre, su paciencia
se acorta considerablemente y solo está dispuesta a esperar 3 días.
Eso
significa que cuando tenemos hambre tenemos dificultades para retrasar la
gratificación de nuestros deseos y necesidades a favor de un futuro más
prometedor, lo cual nos conduciría a tomar decisiones poco convenientes que
puedan afectar nuestras metas a largo plazo.
Esa
tendencia a tomar decisiones precipitadas no se limitaba únicamente a la
comida, sino que se extiende a todo tipo de decisiones, desde aquellas
económicas hasta las interpersonales. De hecho, los investigadores apuntan que
“las preferencias de las personas cambiaron drásticamente de largo a corto
plazo cuando tenían hambre, por lo que es importante que la gente sea
consciente de ello”.
O sea,
planificar una reunión con un asesor de inversiones si tenemos hambre puede
hacer que tomemos decisiones financieras más arriesgadas y hablar con nuestra
pareja sobre un futuro juntos puede hacer que nos precipitemos tomando decisiones
de las que después nos arrepintamos.
Homeostasis
hedónica, o por qué tomamos decisiones impulsivas estando hambrientos
Todo parece
indicar que el hambre cambia nuestra manera de ver la realidad, como si fueran
unos cristales a través de los cuales vemos el mundo. Hace que nos centremos en
las gratificaciones inmediatas, lo cual puede conducirnos a tomar decisiones
hedónicas a las que terminamos sacrificando nuestros objetivos a largo plazo.
Los
investigadores creen que este sesgo a la hora de tomar decisiones se debe a la
“homeostasis hedónica”, un fenómeno que está relacionado con nuestra habilidad
para administrar y regular los placeres y gratificaciones. Esta hipótesis está
respaldada por un experimento realizado por psicólogos de la Universidad de
Aarhus, quienes constataron que cuando tenemos hambre aumentan nuestras
decisiones hedónicas; o sea, preferimos un chocolate a una zanahoria o un
apartamento con buenas vistas a otro que se encuentre cerca del trabajo.
Priorizamos el placer sobre los aspectos pragmáticos o la razón.
En práctica,
si no podemos satisfacer el hambre, tenderemos a ser más indulgentes con
nosotros mismos, eligiendo otras recompensas inmediatas que nos permitan
mantener el equilibrio hedónico. Como dice el refrán, a falta de pan, buenas
son las tortas».
Por tanto,
la próxima vez que tengas que tomar una decisión importante, asegúrate de no
estar hambriento.
Fuentes: Skrynka,
J. & Vincent, B. T. (2019) Hunger increases delay discounting of food and
non-food rewards. Psychonomic Bulletin & Review; 1-9.
No hay comentarios:
Publicar un comentario