13 junio 2020

PADRES AL BORDE DEL COLAPSO, LA FACTURA PSICOLÓGICA DE LA PANDEMIA


PSICOLOGIA /ansiedad
PADRES AL BORDE DEL COLAPSO, LA FACTURA PSICOLÓGICA DE LA PANDEMIA

Personas que jamás habían sufrido ansiedad están cayendo bajo el peso de la tensión y el estrés que ha diseminado a su paso el coronavirus, jaleadas por un confinamiento excesivamente largo. La salud mental de las madres, en especial, podría estar llevándose la peor parte en esta historia. Ahogadas por jornadas de teletrabajo en casa y con niños que cuidar sin ningún tipo de apoyo externo, su esfuerzo ha sido tan titánico que es comprensible que estén agotadas, prácticamente al borde del colapso nervioso.
La salud mental de los padres en cuarentena se resiente
Un estudio realizado en la Universidad del País Vasco ha puesto de relieve las consecuencias de la crisis del coronavirus en la salud mental de las madres. Tras entrevistar a 6 829 personas, un 46% reconoció haber experimentado un incremento del malestar psicológico general, pero las mujeres informaron un impacto mayor: el 12% dijo que se había sentido muy mal, en comparación con el 6,8% de los hombres.
Una de cada tres personas ha tenido dificultades para concentrarse y desconectar de las preocupaciones durante la pandemia, pero estos síntomas han sido más comunes en las mujeres (46,5%) que en los hombres (35,6%).
La brecha se acrecienta cuando se trata de crisis de ansiedad o angustia ya que el 44% de las mujeres han experimentado un aumento de estos problemas, frente al 25% de los hombres. Los sentimientos depresivos, la culpa o la desesperanza también son más intensos en las mujeres. Y son ellas las que han sufrido de manera más intensa una pérdida de confianza, optimismo, serenidad, vitalidad y energía.
Aplastadas por el peso de las obligaciones y sin escapatoria posible
Los miedos, ansiedades e incertidumbre de la situación actual se han convertido en un terreno fértil en el que crecen otros problemas. De repente, muchas mujeres han tenido que compatibilizar un trabajo desde casa con las tareas del hogar y el cuidado de los hijos a tiempo completo, lo cual ha sumado una dosis extra de tensión, preocupaciones y obligaciones a sus vidas.
Al inicio muchas pensaban que sería cuestión de adaptarse a la nueva situación. Intentar resolverla. Encajar todas las piezas como si de un rompecabezas se tratara. Buscar estrategias creativas para trabajar con los niños en casa. Levantarse un poco más temprano en la mañana. Acostarse un poco más tarde en la noche.
Sin embargo, cuando esa situación se alarga en el tiempo, cuando le quitamos cada vez más horas al sueño y carecemos del apoyo externo y la infraestructura necesarias para poder trabajar desde casa sabiendo que los niños están bien cuidados, la angustia crece. Se acumula.
Muchas de estas madres han perdido la ayuda inestimable de los abuelos o el sustento de las propias escuelas para el cuidado de los niños. No solo han tenido que enfrentarse a jornadas altamente demandantes, sino que ni siquiera han tenido la oportunidad de desconectar. No han podido relajarse ni un segundo, durante semanas. No han tenido tiempo para sí mismas. No han podido realizar actividades agradables que les permitieran desconectar de la rutina cotidiana y aliviar las tensiones.
Cuando esa sobrecarga se mantiene durante mucho tiempo, la ansiedad y el estrés no tardan en aparecer. Eso acaba pasando factura a su estado de ánimo. Aparece la irritabilidad, la frustración y la ira. Cualquier cosa las enerva. Y no es para menos porque tienen los nervios a flor de piel, literalmente. En este punto, la salud mental de las madres ya se ha desequilibrado.
A un sobre rendimiento siempre le sigue una caída brutal
No podemos exigirnos al infinito. Nuestro organismo responde a un aumento de las demandas del medio reclutando todos sus recursos para que podamos hacer frente a los problemas. Durante periodos de estrés el cuerpo libera hormonas clave – glucocorticoides como el cortisol, catecolaminas como la noradrenalina y la adrenalina – para prepararnos para afrontar lo que se viene.
Esas hormonas no solo nos brindan el empuje y la energía necesaria, sino que incluso pueden actuar como atenuantes del dolor para que sigamos resistiendo. Pero no podemos mantener ese nivel de alerta y rendimiento eternamente.
Tras un periodo de gran estrés y tensión le sigue una caída brutal en nuestro rendimiento. Nos quedamos sin fuerzas desde el punto de vista físico y mental. Las hormonas que nos mantenían activas caen por debajo de los niveles basales. Por eso muchas madres ahora están atravesando una fase de apatía e indiferencia que es el caldo de cultivo perfecto para la depresión.
Para superar esta etapa necesitamos darnos tiempo, ser pacientes con nosotras mismas. Dejar atrás esa sensación de que “no llegamos a todo” o “no hemos hecho lo suficiente”. Porque es probable que no lleguemos a todo, pero tampoco es imprescindible. Estamos atravesando una situación de emergencia, por lo que necesitamos priorizar. Y una de las cosas que debemos priorizar es precisamente nuestra salud mental.
Fuente:
Balluerka, N. et. Al. (2020) Las consecuencias psicológicas de la COVID-19 y el confinamiento. En: MICINN.

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